Cumple con su función, elimina los restos de maquillaje y la suciedad (con la máscara le cuesta un poco) y tiene un olor bastante neutro que tras la aplicación desaparece, no es molesto. El orificio por el que sale el producto, aunque es grande, hace que se dosifique, hay que poner boca abajo la botella e ir agitando para que salgan las gotas, punto a favor porque es más fácil controlar la cantidad que usamos y no se desperdicia.
El 99% de sus ingredientes son de origen natural y un 10% de agricultura ecológica, encontramos agua de albaricoque de dos tipos, que ayuda a regular la producción de grasa de la piel a la vez que la hidrata; aceite de nuez de macadamia, esta aporta hidratación y sensación de suavidad; extracto de hoja de camelia sinensis (la planta del té), con un alto poder antioxidante, entre otras cosas. Lo único que sobra, para mi gusto, es el perfume que veo en última posición.