A mis 34 años utilizar una crema antiedad es lógico, la he usando durante el día y puntualmente también para la noche. Aunque en si no he notado un efecto “antiedad”, el grado de hidratación es bueno, duradero y la piel permanece suave, cumple lo que promete. No me ha sacado granitos.
Apareció brevemente en la rutina de cuidado facial de invierno, el envase es de plástico, tiene un trozo que encaja directamente la boquilla, así que si viajáis con ella estaréis seguros de que no existen fugas. Tiene el sistema airless, fantástico porque evitamos que entre aire en contacto con la crema, sus ingredientes permanecen intactos y podemos aprovechar hasta la última gota. Su composición es buena, os dejo detalle en la siguiente fotografía.
De entrada asusta su textura, es algo densa, pero la piel la absorbe bien y es necesario utilizar poca cantidad. En los meses de verano posiblemente se notaría más pesada y tiene un olor peculiar , ¿a plantas? no se explicarlo. Lo bueno es que cuando pasa un rato de la aplicación ya no se nota, pero se que este aspecto puede no agradar a alguna gente, por eso insisto en él.