Hace un tiempo Diana me contó que quería hacer una entrada en su blog acerca de la lactancia y de su experiencia con la misma y me preguntó si querría colaborar y contar mi experiencia.
¡¡Claro que sí!!
Después de unos cuantos obstáculos aquí estoy, por fin os puedo hablar de mi experiencia en el maravilloso mundo de la lactancia materna.
Quiero presentarme de forma resumida: me llamo Vanessa, tengo 33 años y soy madre de una niña de 2 años y 9 meses y un niño de 9 meses. Sí, se llevan 2 años y sí, hay días que es una locura.
Cuando me quedé embarazada de mi hija mayor la verdad es que no pensé si teta o biberón, siempre había tenido claro que daría el pecho. “Yo daré el pecho, si puedo, claro” Tantas experiencias fallidas a mi alrededor me decían que casi, casi sería un milagro conseguirlo, y que quienes lo conseguían podían sentirse afortunadas (estoy sí tiene parte de verdad).
Leí, me informé, sabía “todo”, y ese todo se me olvidó en cuanto di a luz. Tras un postparto inmediato complicado y mucha debilidad física lo único que seguía teniendo claro es que podía conseguirlo. Mentiría si dijera que mi entorno me apoyaba al 100%, siendo generosa si acaso al 50%.
Pezoneras, subida tardía de la leche (5 días), una niña recién nacida que no duerme… ay dios! Todo se me hacía tan difícil. Pero no me di por vencida y a partir de los 3 meses, casi, casi a punto de querer tirar la toalla remontamos, empezó una lactancia maravillosa que duró hasta los 20 meses.
Hubo algunos escollos por el camino, la verdad.
Cuando la niña tenía 9 meses mi suegro enfermó y yo estuve pasando bastante tiempo con él en el hospital por lo que apenas me veía con mi hija. Y no, no se me fue la leche.
De hecho, un día a mediodía, bajé del hospital, me enganché a mi niña al pecho y no había hecho nada más que “conectarnos” cuando recibí la amarga noticia telefónicamente de que mi suegro había fallecido. Solté a la niña encima de la cama y me fui al hospital, no sé ni la hora a la que volví. Y no, no se me fue la leche.
Después pasamos algunos resfriados con congestión nasal en que la niña rechazaba el pecho pero yo seguía estimulándome con sacaleches. Y no, no se me fue la leche.
Herpangina con llagas en la boca, rechazo del pecho. Y no, no se me fue la leche.
Primera noche separadas por cuestiones laborales. Y no, no se me fue la leche. No sólo no se me fue sino que hice la primera y única mastitis en toda mi lactancia.
Nuevo embarazo, ingreso hospitalario con dos días sin dar el pecho y no, no se me fue la leche.
Sí que se me empezó a retirar por los cambios fisiológicos del nuevo embarazo a partir de las 20-22 semanas.
Un destete gradual y totalmente respetuoso. Aún sigo echándolo de menos.
Venga, que llega el segundo bebé. La experiencia me había enseñado muchas cosas pero aún me quedaban otras por descubrir.
Un parto y postparto totalmente distintos. Bebé enganchado desde el minuto 0 al pecho y aún así… 4 días tardó la subida.
No es algo que suela contar, aunque no me avergüenza (faltaría más), pero justo después de dar a la luz, en el camino desde el paritorio hasta la sala de post parto pensé no darle el pecho a mi hijo. Fueron 3 segundos, no más, pero lo pensé. Mi problema no era volver a repetir las tomas, los despertares… mi problema era saber si volvería a aguantar a todo el entorno dando por culo.
Ya os adelante que sí, que sigo aguantándolo.
Pequeño guerrero se puso amarillo, mucho, mucho, muchísimo, los ojos se le llegaron a poner fosforitos. ¿Solución? Aumentar líquidos. ¿Cómo aumentas líquidos en un bebé que sólo toma leche, y esa leche aún no ha llegado? Pues suplementando con calostro.
Y así lo hice.
Se recuperó muy lentamente y ahora es muy blanquito 😛
Hemos vuelto a hacer lactancia exclusiva hasta los 6 meses. Con mi hija pequé en muy pequeñas dosis de fórmula pero pequeño guerrero no la ha catado.
Ahora está en fase de alimentación complementaria, que no le llama mucho la atención pero para eso tiene su teta, que es el alimento principal hasta el año.
La última tontería que he tenido que escuchar: que mi leche ya no vale porque soy más vieja que cuando tuve a mi hija.
Bueno, sin olvidar la de: ay pobre, otro enviciado con la teta.
No señoras, mi hijo toma teta por alimento (y porque le da la gana), el vicio si acaso mi marido.
No peleo, hace mucho que dejé de hacerlo; simplemente ignoro, sonrío y que les den, en mi casa… MANDO YO